Te ayudamos a poner palabras y sentido a lo que está pasando, a través de una evaluación cuidadosa que ofrece respuestas claras y orientaciones útiles para acompañarte mejor en tu camino.
La evaluación es un proceso que nos permite comprender en profundidad cómo se encuentra una persona a nivel emocional, cognitivo y conductual, ya sea un niño, adolescente o adulto. A través de entrevistas, cuestionarios y pruebas adaptadas a cada caso, recogemos información clave para identificar dificultades como problemas de atención e impulsividad, ansiedad, bajo estado de ánimo o dificultades sociales y de aprendizaje, entre otros.
Este proceso culmina en un informe claro y completo que explica qué está ocurriendo, ofrece un posible diagnóstico si es necesario y propone recomendaciones personalizadas. Estas orientaciones pueden ser útiles tanto para la familia como para el entorno escolar o laboral, ayudando a tomar decisiones informadas sobre cómo acompañar mejor a la persona evaluada.
Es un servicio especialmente útil cuando hay dudas sobre el desarrollo, el comportamiento o el estado emocional, o cuando se necesita un documento formal para colegios, médicos o procesos administrativos.
Nuestro objetivo es ofrecer respuestas claras y apoyo práctico para mejorar el bienestar y la calidad de vida.



En nuestra Consulta de Psicología, Neuropsicología, Psiquiatría y Logopedia podemos ofrecerte:
En consulta, las evaluaciones psicológicas suelen centrarse en una serie de áreas clave que varían según la edad y motivo de consulta, pero algunas de las más frecuentes son:
En niños y adolescentes:
Dificultades de aprendizaje: como dislexia, discalculia o trastornos del lenguaje.
Déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH): problemas de concentración, impulsividad o inquietud motora.
Trastornos del desarrollo: como el autismo o trastornos del desarrollo del lenguaje.
Problemas emocionales o de conducta: ansiedad, tristeza persistente, miedos intensos, agresividad, retraimiento social, etc.
Evaluaciones para adaptaciones escolares: cuando se sospechan necesidades educativas especiales o se requiere justificar apoyos en el aula.
En adultos:
Trastornos del estado de ánimo: como depresión, distimia o episodios de ansiedad.
Evaluación de personalidad: para entender patrones de comportamiento, relaciones y toma de decisiones.
Estrés, agotamiento o problemas laborales: como burnout o dificultades de adaptación.
Dificultades cognitivas: como fallos de memoria, atención o razonamiento, a veces relacionadas con procesos neurodegenerativos o tras un accidente.
Evaluación para procesos clínicos o legales: como informes periciales, valoraciones de incapacidad o aptitud psicológica.
Estas evaluaciones nos permiten no solo poner nombre a lo que está ocurriendo, sino también orientar el tratamiento más adecuado y ofrecer pautas útiles tanto para la persona evaluada como para su entorno.


