Cuando pensamos en una persona con trastorno por déficit de atención e hiperactividad se nos viene a la cabeza un niño, sexo masculino, que no para de moverse y que no se comporta del todo bien o al menos, todo lo bien que cabría esperar en algunos contextos como por ejemplo en la escuela.
Este es un mito que vamos a desterrar ahora mismo. Si bien es verdad que la prevalencia en hombres es mayor, se estima en 4:1 frente a mujeres, también existe en ellas y no es que no se comporten bien, es que tratamos con una dificultad para la regulación emocional y conductual, no hay intencionalidad de transgredir las normas.
Además, aunque estemos hablando de un trastorno del neurodesarrollo que se manifiesta a edades muy tempranas, se puede mantener en la edad adulta afectando en mayor o menor grado a distintos aspectos de su vida.
Por tanto, esa imagen de niño que no se comporta bien, habría que cambiarla un pelín y tratar de visualizar a una persona de cualquier género y edad con dificultades para adaptarse a contextos exigentes y que hacen lo posible para regular sus emociones y conductas.
¿Cuáles son los síntomas?
Según los criterios diagnósticos del DSM5, los síntomas se dividen en déficit de atención y en hiperactividad/impulsividad, siendo necesarios 6 o más para menores de 16 años y 5 o más para los mayores. También es necesario que el inicio de los síntomas tuviera lugar antes de los 12 años y que se den por igual en distintos contextos como el familiar, social y escolar y no se limiten a un único entorno.
Todo ello no debe estar asociado a una condición médica que explique mejor estas conductas y que afecten al correcto desempeño y adaptación de estas personas.
- Déficit de atención
- A menudo no logra prestar adecuada atención a los detalles o comete errores por descuido en las actividades escolares, en el trabajo o en otras actividades.
- A menudo tiene problemas para mantener la atención en tareas o actividades recreativas.
- A menudo pareciera que no escucha cuando se le habla directamente.
- A menudo no cumple las instrucciones y no logra completar las actividades escolares, las tareas del hogar o las responsabilidades del lugar de trabajo (p. ej., pierde la concentración, se desvía).
- A menudo tiene problemas para organizar tareas y actividades.
- A menudo evita, le disgustan o se niega a hacer tareas que requieren realizar un esfuerzo mental durante un periodo prolongado (como las actividades o las tareas escolares).
- A menudo pierde cosas necesarias para las tareas y actividades (p. ej., materiales escolares, lápices, libros, herramientas, etc.)
- A menudo se distrae con facilidad.
- A menudo se olvida de las cosas durante las actividades diarias.
- Hiperactividad/Impulsividad
- A menudo se mueve en exceso.
- A menudo se levanta de su asiento en situaciones en las que se espera que se quede sentado.
- A menudo corre en situaciones en las que no es adecuado (en adolescentes o adultos puede limitarse a una sensación de inquietud).
- A menudo no puede jugar o participar en actividades recreativas de manera tranquila.
- A menudo se encuentra “en movimiento” y actúa como si “tuviera un motor”.
- A menudo habla de manera excesiva.
- A menudo responde antes de que se termine la pregunta.
- A menudo le cuesta esperar su turno.
- A menudo interrumpe a otros o se entromete.
Según los síntomas puede haber un predominio inatento, hiperactivo impulsivo o tratarse de tipo combinado. Durante el curso del desarrollo este predominio puede ir variando por lo que el diagnóstico no es algo estático, debe ir adaptándose al perfil personal.
El diagnóstico clínico puede realizarse una vez cumplidos los 6 ó 7 años y por lo general y dejando al margen estos criterios, lo que debemos tener más claro es que existen cuatro áreas en las que estas personas presentan más dificultad y deben ser las que se evalúen y trabajen de forma más exhaustiva:
- Funciones ejecutivas
- Dificultades en el procesamiento temporal
- Procesos de activación y motivación
- Dificultades en la regulación emocional
Centrando la intervención en estas áreas se debe llevar a cabo una reeducación, realizando un diseño específico e individualizado según su perfil neuropsicológico. Los objetivos suelen estar basados en las siguientes necesidades:
- Planificación del tiempo
- Trabajo individualizado sobre las necesidades específicas
- Fomentar la rutina estableciendo horarios
- Realizar control de la agenda y materiales del colegio/trabajo
- Organización de los espacios donde se requiera una alta concentración
- Entrenamiento en autoinstrucciones
La intervención no se limita a la persona con TDAH, debe realizarse conjuntamente con escuela/entorno laboral y familiar. La comprensión clara de estas dificultades y cual puede ser su alcance es indispensable para su correcto desarrollo. Trabajemos juntos.
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¡Hasta la próxima!